martes, 8 de noviembre de 2011

Las esquilas de oveja en la patagonia

Durante casi un siglo al iniciarse la primavera comenzaba la emigración de los esquiladores chilotes a la Patagonia; miles de jóvenes partían a esas tierras lejanas a buscar la vida trabajando en las estancias.
Los chilotes emigraban desde sus islas hasta las estancias de la Patagonia Argentina. Eran los peones golondrinas que se embarcaban en septiembre y regresaban al archipiélago en marzo o abril al terminar la temporada de esquila en las estancias.
En los largos días veraniegos la esquila comenzaba a las seis de la mañana y terminaba a las ocho de la tarde. Pleno día en la Patagonia Austral, un amplio espacio de tiempo para el descanso compartiendo en juegos de brisca o truco con picaros versos y peligrosas apuestas después haber estado todo un día sacando la lana de las ovejas. El más lento esquilaba cien ovejas en un día. Un duro trabajo donde los esquiladores usaban ropa vieja con parches en los codos y las rodillas para protegerse del sebo y las espinas. La mezcla de la transpiración con el sebo de oveja producía un olor que duraba semanas y no lo quitaba la más áspera lejía ni el mejor de los perfumes. 

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